lunes, 4 de junio de 2012

Abraham y el sacrificio de los hijos..

Las escrituras sagradas son libros muy interesantes en los que podemos aprender mucho sobre la historia de una civilización. Para su desgracia tienen un especial atractivo entre quienes tienen ganas de mandar y sus sistemas cohercitivos. Hacen y deshacen y deciden qué es palabra de Dios y qué invención humana en aras de establecer un moral común mal entendida y deficientemente elaborada.
En 1401 se convoca en Florencia
 el concurso para las segundas puertas del  baptisterio.
Ghiberthi gana con este relieve del  pseudo-sacrificio de
Isaac, que deja el renacimiento ingaugurado.
Como cualquier sociedad en crisis que se precie estamos en un momento en el que nos podemos permitir creer lo que nos dé la gana (además de que posiblemente tengamos un puñado de estudios que avalen nuestra teoría, sea cual sea) Gran parte de la gente que me rodea es razonablemente agnóstica. Sin embargo es curioso observar cómo incluso en los ateos practicantes cala el mensaje.
Abraham era un hombre, bueno, no un simple hombre....era un santo-profeta. Uno de esos llamados padres de la iglesia. Según la tradición el primer predicador que tuvo a bien abandonar el panteísmo mesopotámico y decantarse por un monoteísmo informado, con mudanza incluida. No es que el tío fuese muy moderno es que era amigo personal de Dios, y lo que éste le decía iba a misa. Tal era así que cuando Dios le pidió que sacrificara a su hijo favorito: Isaac, Abraham corrió -a regañadientes, pero corrió- raudo y veloz al monte Sinai a cumplir el mandato. 
Del tipo de padre que era Abraham nos podemos hacer una idea si tenemos en cuenta que tenía hijos preferidos e hijos -de criada- menos preferidos. Aunque como padre era un poco cretino, como obediente era un gran obediente. Un buen proto-cristiano, vaya.
En nuestra cultura, nos guste o no la obediencia sigue siendo un valor que está ahí, siempre latente. Actuar con arreglo a las normas está bien visto. Esto se multiplica cuando te conviertes en padre. Entonces quieres asumir de una vez por todas tu rol de responsabilidad y estás dispuesto a ir hacia el camino correcto.
En la piscina a la que llevo a mi bebé he visto muchas veces una actitud en los padres de "disposición a donar en sacrificio" a sus retoños, que me asombra. Los bebés no tendrían porqué ver en el agua un medio hostil (si no más bien todo lo contrario) pero claro, la piscina...uf! en la piscina no hay mucha luz, hay eco, vamos todos con gorro y hay muchos desconocidos...y esto ¡asusta! Por suerte la piscina a la que llevo a mi hija está especializada y dirigida a bebés. Las educadoras, muy sensibilizadas, enseguida te indican que lo primero es calmar y mimar al peque, al fin y al cabo estamos allí para pasarlo bien. No obstante en mis años en los que trabajé en el sector me he topado con muchos educadores que ven en los padres a unos pesados que estorban y perjudican el aprendizaje y éstos se ven obligados a obedecer de mejor o peor gana y mandar a sus hijos a situaciones desagradables para ambos. Es una obligación moral autoimpuesta, obviamente, porque nadie nos impide coger las chanclas y marcharnos a aguas pacíficas. Pongo el ejemplo de la piscina porque lo conozco de cerca, pero es algo que veo y oigo cotidianamente en cualquier ámbito: en el pediatra, en el cole, "porque leí que era mejor dejarlo llorar", o simplemente con el amiguito del parque (que preferimos la rabieta del nuestro a quedar mal con los padres del otro)
¿Acaso es tan terrible defender a nuestros hijos? Si son nuestra prioridad -pero no nuestra propiedad ¿por qué estamos dispuestos a sacrificarlos? Pero a ver...si hasta Dios le dijo Abraham: "Looooooco pero ¡no te cargues al chaval! que era una broma"

1 comentario:

  1. eso pasa por no usar la cabeza, cuanta cosa se podria cambiar y hacer mejor solo por pensar! es que a veces lo que es claro para uno para el otro es oscuro....en fin... me gustan tus reflexiones!

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